- ¿Vas primero vos o yo?
- Dale, dale.
- ¿Dele qué? ¿Quien primero?
- Vos.
- ¡Ay, ay, ah...! Que placer, me vuelvo loco.Che... ¿Donde estás? No hagas bromas.
Así terminaría un hipotético diálogo entre insectos hermanos de sangre sobrevolando el farol caliente de una casa cualquiera en una noche de verano.
Insectos alados adictos al calor. Pobrecitos
Un juego pueril; a ver quien da mas vueltas alrededor del farol. Peligroso sin dudas. Tanta vuelta y revuelta llega el mareo y luego, el choque inminente insecto contra insecto, o explosión de tripas cocidas en la parrilla hirviente del farol, cristalina cárcel del sol. Sol artificial por supuesto.
Así es con estos bichitos testarudos, fototrópicos camicaces del resplandor.
No había de dudar, tenía decidido modificar este extraño comportamiento, terminar de una vez por todas con las muertes absurdas.
Delicadamente recorté pequeños carteles en los cuales escribí - BIEN GRANDE - una serie de indicaciones que luego pegué en el vidrio caliente de todo farol que encontré en mi camino: CUIDADO - SOL ARDIENTE - VOLAR CON PRECAUCIÓN - ANTE MAREOS, ALEJARSE. Y demás cosas así.
No quise escribirles la verdad absoluta - ESTO NO ES EL SOL - pues la verdad en estado puro siempre es incómoda y causa pánico. Imagínense, todo un enjambre de bichitos desorientados volando desesperados hacia el sol verdadero; alguna óptica de auto u otro artefacto lumínico, por supuesto, otra ilusión.
Una vez terminada la tarea el barrio quedó a ciegas. Tanto cartelito había tapado por completo la luz farolera del pueblo. La muerte de insectos se había reducido de miles, a dos o tres por hora.
Cuando me propongo algo lo cumplo, soy tan tenaz como un testarudo insecto fototrópico camicaz.
Ho satisfacción! No mas pérdidas, no más explosión de tripas, al menos
en mis dominios.
“Jaime Bausares: salvador del holocausto alado, digno de un Novel, distinguido y reconocido científico amateur, condecorado por la National Geographic y tantas distinciones mas”.
Esa euforia tan repentina y fugaz que se le trepa a uno a la cabeza cuando se cree famoso duró nada.
Sin luz artificial, solo nos iluminaba la luna, luz gorda, redonda, azul. Luz que poco a poco comenzó a apaciguar.
Miré al cielo para ver que sucedía. Una nube espesa y zumbante subía amorfa directo hacia la luna.
Pero... ¿No era que estos insectos adoraban al sol? Yo creía que...
Cuando di cuenta de mi error ya era tarde. Si serán porfiados; luz sea lo que sea, cueste lo que cueste. Ahora adorando a un frío sol.
En la ciudad todos a ciegas.
El enjambre de astronautas había sellado por completo el astro celeste.
Ahora el pánico lo sufríamos nosotros.
- Algún farol por favor!
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2 comentarios:
Arranqué por los dos primeros. Una maravilla, señor. Una maravilla como ves la vida, si se quiere.
Arrancar con bichitos y juguetes alegra la tarde a cualquiera!
Los más nuevos me los guardo para la noche. Se me hace tarde... Besos! Me encantó que me prestaras tu espacio!
Alegría por tu alegría!
Como no voy a prestar mi espacio a la musa inspiradora.
Besos! Nos vemos en los pasillos!
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