Dedos, Señor…
Cinco.
Mano derecha.
Busque bien por favor…
No, no. Beben ser de la diestra…
¿Para cuando llegan?
¿Cabe la posibilidad de apurar los tiempos?
Bien, le dejo tres de mi zurda.
¡¿Cuatro?! Mire, el pequeño lo necesito para hurguetear la cera del oído izquierdo, y el índice me es indispensable para el orificio nasal del mismo lado. Solo puedo dejarle tres; el pulgar, el medio y el meñique.
Le cuento… hace dos meses se los llevó el ladrón. No lo denuncio porque el bandido es mi propia creación, digamos que se levanta y acuesta conmigo, es una especie de socio. Comenzó robándome tiempo, cosa que no me importaba en su momento, pero mis dedos…
Se llama Capi Talismo. Luego de tres meses de ensueños, viajes tortugas y amor para llenar un bosque de pulmones, llegó Capi; nos presentamos y dimos la mano (derecha por supuesto) y extendernos el saludo comenzó a ser cosa habitual. Cuando quise acordar se había quedado con mis cinco dedos. Los mismos que antes escribían cuentos, hacían “dedo” y cargaban la mochila. Pero lo que mas extraño es el impedimento para escribir. Ah… eso me tiene loco.
Cuanto antes. Se lo pido de rodillas.
Pero...!como se atreve!
Está bien, le dejo las rodillas. Y este ojo, y la ceja mejor peinada.
Antes de irme quiero decirle que es usted un aprovechador y un insensible.
Es usted un ladrón. ¡Usted es el mismísimo Capi Talismo!
Los dedos que le encargué, métaselos ya sabe por donde.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)