El secreto en su pelo.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Sucede de noche, cuando después de amarnos se acomoda boca abajo en la cama para que le acaricie el pelo, costumbres de su especie a las cuales accedo de inmediato.
Duerme, la miro, entonces comienzo a trepar la funda de la almohada. Lenguas de arena abrazan las sábanas, se desparraman por todos lados copiando su cabello ondulado, largo como el borde del mar. Hay caracoles rotos, trozos de coral y piedras diminutas que esperan hundirse en mis pies descalzos. Pequeñas trampas que vigilan la entrada a las dunas, la entrada a su secreto.
El viento dibuja la arena, hace con los médanos lo mismo que con el mar. Una gaviota se hamaca en cielo. Vuela en espiral amenazando con venirse a pique pero no, hace un ocho y se lanza en picada. Pasa razante sobre mi cabeza. La amenazo con los puños en alto “decí que no vuelo, que si no...” y mientras descargo la bronca en lo alto piso un caracolito en lo bajo. Se ensarta de lleno en mi dedo gordo del pié.
Es terreno minado, sus defensas obligan a replantearme si la expedición debe seguir adelante. Creo que si, que debo descubrir no se que cosa sobre ella, aunque me lastime.
Ahora es una flota de cormoranes. Vienen de pico torcido riendo en su idioma pajarezco. Esta vez no es un ataque, solo ríen mientras se alejan torciendo el cogote de vez en cuando para no perder de vista al bufón de la comedia.

Su voz salpica mi oído. Si, al ras del agua viene viajando bajita. Al ras del agua que crece en onda suena su voz. Se arriesga, se posa la punta, serfea velozmente vibrando en la gota última de la ola y ¡palsh!... se estrella en un charco de espuma que lame mis empeines, mis rodillas y me traga entero.

Los rayos del sol reflejan algo dorado en el fondo. Apuro el nado y estando cerca la cosa pega un sacudón y sale disparada como un torpedo dejándome una cosquilla de burbujas en la cara. “Es ella”
Se esconde en un banco de algas violetas. Su naricita rosa asoma perfecta. Aparto la cortina de algas y ahí está, con su sonrisa tímida, con sus ojos grandotes pícaros y algo dulces, siempre desnuda, como le gusta estar. La invito a salir. Acepta, y me enrosca una cola de pez dorada que nace desde su cintura.
- Sos una sirena – le digo . Sonríe.
- Estas pleciosa (sinónimo exaltativo de: preciosa) - Sonríe mas y me besa, tan profundo que me deja sin fuerzas. Tanto que me desmayo.
Abrimos los ojos al mismo tiempo. El beso sigue, sus piernas enrolladas en las mías como nos gusta siempre que estamos en la cama.
Pasa un rato, seguimos en idéntica posición hasta que nos desagarrapatamos.
Me mira enojada. Se pone furiosa y me dice entre ahogos y llantos que ahora ya se su secreto, que así no se puede y que se vuelve al mar, de donde nunca tendría que haber salido.
Desnuda baja las escaleras, pega un portazo y se va dejándome ver por última vez pelo. No se si para siempre. Se va.

11 comentarios:

musiquita dijo...

Estas sirenas que lo dejan a uno así, pensando en lo imposible... Vendrían a ser lo mismo que para las mujeres sus "principes azules"?
Beso.

Anónimo dijo...

Corréla, Diego, corréla.
Después de haber amado a una sirena, el amor de una mujer común y corriente parece rutinario, tan piel contra piel, saliva y saliva y nada más.
Cuando perdés a una sirena solamente te salva una mujer de Girondo, que sepa volar. Y son cada día más difíciles de encontrar.

Diego dijo...

Sol: Podría ser... pero igual estaba lejos de la perfección de los azules de las mujeres. Tampoco lo pretendo, la perfección termina aburriendo un poco.
Lo más loco de todo esto es que el cuento lo escribí a medias mientras nos visitábamos a diario. Me faltaba el final, y una vez terminada la historia... terminada la historia.
Besos!

Piyama MAESTRO!:
Mitad bestia, mitad humana. Escurridiza y huidiza, pero bella como pocas. No iba a meterla en una pecera, che! La libertad la respeto, la deje nadar en el océano para no encontrarla nunca jamás.

ani dijo...

No era una sirena...te engatuzó.
Hiciste bien en dejarla ir.
A las 12 se transformaba en sardina o bagre ja ja por eso huyó con aires de ofendida.
A ver si todavía le veías los bigotes!!!
podría abrirme un blog que sea www.quémalasoyconlasexnoviasdemisamigos.blogspot.com
¿no?
Je. Es porque te quiero!

Diego dijo...

Ácida hasta la médula pequeña Ina! jaja.
Pequeña Ina BIG BANG!!!

Anónimo dijo...

Hijos de Cortazar =)
Y creo que no te sorprendiste mucho ,es mas bien sabido que las sirenas son de amores breves !

Princesita Hada dijo...

Mala como lo bella que era!!!

Dicen que él que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen...

Tal vez vuelva ...

Diego dijo...

Emesor: Hola! Es cierto, no fue muy sorpresivo. Fue mas bien como para escribir un cuento.

Princesita: Bienvenida! Gracias por pasar.
Es mejor que no vuelva, ya se su secreto.

Besos!

VITALIA dijo...

Un viaje marino bastante peligroso...pero es necesario ese tipo de expedición para conocer los peligros y hundirse en los encantos. Es inevitable.

Las sirenas solo cantan y encantan, hipnotizan, seducen, enloquecen, y luego se van a otros puertos. Pero ellas terminan solitarias, al fin y al cabo, con si propia belleza para sí mismas y nada más, o a la par de algún sireno afeminado que compite con narciso por el primer puesto. También suelen terminar con algún bagre de esos limpiafondos o con algún pulpo manos largas.

Mejor que se haya ido lejos, las sirenas son peces, no te olvides, no son mujeres, por eso no buscan hombres de verdad.

Un beso

Diego dijo...

Vitalia: jaja. Me hiciste cagar de risa. Es un poco así. Igual, no la sentenciemos de por vida. Tal vez el paso de los años le convierta la cola en piernas y pueda ser feliz viendo las cosas desde una óptica mas humana. Tal vez le suceda demasiado a destiempo. Además, que mujer no ha sido un poco sirena a lo su vida? O que hombre no ha sido un encantador de serpientes en alguna época? Es una cuestión de maduración, creo.

Besos!

Arle dijo...

El problema es cuando seguimos siendo sirenas porque no encontramos a nadie por quien valga la pena convertirnos en humanas.

Besho

Arlequincita

 
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